El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha anunciado su intención de recibir en el país al exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, quien se encuentra acusado de peculado. En una declaración reciente, López Obrador afirmó que considera sagrado el derecho al asilo y que México está dispuesto a acoger a Glas.
Sin embargo, esta decisión no ha estado exenta de controversia. La Cancillería ecuatoriana había advertido previamente al Gobierno mexicano, a través de una nota verbal en diciembre pasado, que conceder asilo a Glas no sería lícito. A pesar de estas advertencias, López Obrador ha reiterado su postura, afirmando que “todos los perseguidos han sido señalados, de una u otra forma”.
Por otro lado, las tensiones han aumentado entre Ecuador y México debido a esta situación. La canciller ecuatoriana, Gabriela Sommerfeld, ha expresado su preocupación por lo que considera una intromisión en los asuntos internos de su país. Sommerfeld señaló que la intención de México de conceder asilo a Glas podría interpretarse como una injerencia en la justicia ecuatoriana, ya que, según las investigaciones de la corte y la fiscalía, Glas está siendo acusado de crímenes.
Además, Ecuador ha solicitado formalmente a México el consentimiento para ingresar a su embajada en Quito con el fin de capturar a Jorge Glas. Esta solicitud refleja el aumento de la tensión diplomática entre ambos países debido al caso del exvicepresidente ecuatoriano.
La decisión de México de ofrecer asilo a Jorge Glas plantea preguntas importantes sobre los principios de asilo político y la relación entre los países en materia de justicia y derechos humanos. Mientras tanto, la situación continúa siendo objeto de seguimiento por parte de la comunidad internacional.